El Estigia, buque propiedad de una compañía suiza de seguros, oferta un servicio único en Occidente: un crucero por el Mediterráneo sin posibilidad de regreso al puerto de origen. Un crucero de la muerte. Un viaje para ir al encuentro de la parca sin dolor ni sobresaltos, todo ello en un inmejorable ambiente. En esta novela, que está más cerca de las pinturas de Gutiérrez Solana o de George Grosz que de cualquier otra cosa, Luis Martínez de Mingo desentraña —con maestría y un humor negro envidiable— las cuitas de la vejez y la muerte en esta fantástica época que nos ha tocado vivir.
[...] El Estigia está en la cúspide de la cadena turboliberal y sus desechos hacen cada año más grande la isla negra del Punto Nemo: un crucero para muertos recalcitrantes, ahí es nada. Llevamos ya tantos años, los pobres viejos, encajando indiferencia, hostias y ninguneo, que llegamos aquí groguis. Aún tiene que exprimirnos el Sistema hasta la última gota para poder matarnos dulcemente. Usted, señor handsome man, solo es el alguacil que tira de las mulillas del arrastre. ¿No lo ha pensado, cínico de los cojones? [...]
«Qué libro tan maravilloso. Totalmente único en su exquisita elaboración y su discreto poderío. Quiero que todo el mundo lea este tesoro literario olvidado». —Bernardine Evaristo
«Extraordinario». —The New York Times
Maud Martha Brown es una niña que se cría en el South Side del Chicago de la década de los cuarenta del pasado siglo.
Entre tabernas cochambrosas y patios devorados por la maleza, Maud Martha sueña; con Nueva York, con una historia de amor, con su futuro. Admira las flores de diente de león, aprende a beber café, se enamora, decora su cocinita, visita el Jungly Hovel, destripa un pollo, compra sombreros, da a luz.
Gwendolyn Brooks (1917-2000) fue una poeta, educadora y activista por los derechos civiles nacida en Topeka y criada en Chicago. Su primer poemario, A Street in Bronzeville (1945), fue muy bien recibido por la crítica y le valió a la autora una beca Guggenheim. Con Annie Allen (1949) ganó el Premio Pulitzer en 1950, lo que la convirtió en la primera autora negra en conseguirlo; su única novela, Maud Martha, se publicó en 1953. In the Mecca fue nominado al National Book Award de 1968, el mismo año en que nombraron a Brooks Poeta Laureada de Illinois.
Selección, traducción y notas de Julio Monteverde.
Prólogo de Algunos agentes del Partido Imaginario.
[...] Todos los textos de Blanqui son de circunstancia. Están cargados de las condiciones en las cuales, y contra las cuales, fueron escritos. Ni siquiera La eternidad por los astros nos ahorra la mención al castillo del Taureau, en el que estaba preso. De ahí la inexistencia de una obra de Blanqui, en el sentido de aquello que recoge la totalidad de un tesoro. De ahí la ausencia de una doctrina blanquista, en el sentido en que sí existe una metafísica marxista. «¡Primero un poco de pasión, las doctrinas luego!». Por el contrario, lo que sí hay es un estilo blanquista. «Las revoluciones requieren hombres que tengan fe en ellas. Dudar de su triunfo es ya traicionarlas. A través de la lógica y la audacia es como se alcanzan y se salvan. Si carecéis de ellas, vuestros enemigos las tendrán por vosotros; solo verán una cosa en vuestras debilidades: la medida de sus fuerzas. Y su coraje aumentará en relación directa con vuestra timidez». Está todo ahí. Blanqui es el inventor del «Ni dios ni amo», es el hombre que escribió «la anarquía habitual es el futuro de la humanidad» y el autor de un alegato contra el mutualismo y a favor de la asociación integral titulado «El comunismo, futuro de la sociedad». Buscad alguna ortodoxia en ellos. [...]
Louis Auguste Blanqui (1805-1881) fue el mayor representante del socialismo revolucionario en Francia durante el siglo xix. Participó por primera vez en una insurrección durante los disturbios de París de 1827, y más tarde tendría un papel determinante en la revolución de 1848 y en la Comuna de 1871, aun estando preso. Su vida de insurrecto marcó el devenir del movimiento obrero francés, en el que tuvo un peso determinante.
Tomás García Azkonobieta (Donostia-San Sebastián, 1973) creció entre Lasarte-Oria (Gipuzkoa) y Laguna de Cameros (La Rioja), donde pasó largos veranos. Durante su adolescencia se sumergió en la efervescente escena musical vasca y formó después varias bandas. Estudió Filosofía en la Universidad del País Vasco y se doctoró con una tesis sobre el papel de autoorganización en la evolución y en el desarrollo. Tras un periodo sabático, se trasladó a La Rioja, trabajó en el área de los servicios sociales y desarrolló diferentes proyectos musicales, entre ellos el Cameros Blues Festival.
«Un penetrante retrato del fin de un mundo milenario en el que Carmelo Romero combina el saber del historiador, el arte del narrador y la experiencia del testigo. Una pequeña joya».— Julián Casanova
«Carmelo Romero, historiador, zahorí de la memoria, explora en sus libros el pasado que nos forja y los silencios que necesitamos escuchar. En "El fin de un mundo" se convierte en cronista de esa milenaria vida campesina que, en el transcurso de apenas unas décadas de arrebatado vuelo a la modernidad, hemos dejado despoblada y en naufragio. Carmelo, con inagotable sabiduría y sensibilidad, da voz a los hombres y mujeres fronterizos, testigos de una gigantesca revolución acelerada».—Irene Vallejo
«“La casa es la misma, pero todo ha cambiado”. Esta frase al principio de este libro del historiador Carmelo Romero lo resume entero, así como el mensaje que de él se extrae y que es el mismo que el antropólogo y etnógrafo Julio Caro Baroja explicó quintaesenciado cuando dijo que en cinco mil años el mundo apenas cambió hasta que en el siglo xx Europa pasó de un mundo agrario y tradicional a otro industrial y moderno. En esa quiebra se sitúa este relato que cuenta el final de un mundo y el alumbramiento de otro y el desvalimiento y el desconcierto que ha producido en varias generaciones de europeos».—Julio Llamazares
«Leyendo "El fin de un mundo" he podido comprender lo que me contaban mi padre y mi madre como últimos testigos de una cultura de siglos. Carmelo Romero —escritor e historiador— combina retrato, crónica, memoria y sentimiento para introducir al lector en una perspectiva histórica que cuestiona nuestra mirada corta sobre eso que llamamos de una manera simplista “mundo rural”».—Mercedes Álvarez
Es esta una novela que nos habla de la desaparición de un mundo —y de quienes lo habitan— a través de las voces de dos de sus protagonistas. Manuela y Antonino relatan a un urbanita de visita en el pueblo los entresijos de la vida rural y campesina al tiempo que este último, escritor, les comparte a ellos su mirada sobre algunos de los episodios más relevantes de la historia de la España de los dos últimos siglos. Así, entre los tres, van dibujando el auge y ocaso de una forma de vida —la vida campesina— que morirá junto a quienes la han protagonizado.
Carmelo Romero Salvador (Pozalmuro, Soria, 1950) es doctor en Historia Contemporánea y profesor titular, jubilado, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. Ha dedicado buena parte de sus investigaciones a cuestiones electorales y de relaciones de poder, esencialmente en el mundo campesino de la España interior. Sus últimos libros de investigación histórica han sido Caciques y caciquismo en España, 1834-2020 (Catarata, 2021) y Las elecciones que acabaron con la monarquía. 12 de abril de 1931 (Catarata, 2023).
Óscar Calavia se mueve con maestría entre las fuentes directas para aportar su particular visión crítica del Imperio español en América, huyendo al mismo tiempo de la imperiofilia y de la caricatura. Este libro se escribe —nos dice— porque reducir el pasado a la contabilidad de hazañas y fechorías es un modo de desperdiciarlo.
[...] La España imperial de los siglos XVI y XVII fue el infortunado lugar donde el joven capitalismo ejerció sus efectos sin filtros ni parapetos, y el Imperio, o si se quiere su emperador, fue el agente primerísimo de todo ese proceso. De ahí lo extraordinario de la imperiofilia [...] esa obstinación en llamar Imperio español, y reivindicar con orgullo frente a todo crítico, a una operación en la que el país fue esquilmado, pisoteado y arruinado en favor de un puñado de familias que, bien miradas, no eran especialmente españolas. [...]
[...] Creo, ya hace tiempo, que hay una relación directa entre la voluntad de persistir en el imperio, de no dejar un palmo de planeta que no tribute, de exprimir hasta el hueso, hasta el fin y más allá, y la tendencia a rasgarse las vestiduras ante la perversidad de la conquista, como si ella fuese ajena a las condiciones que se dan hoy, como si los proyectos de hoy fuesen tan diferentes a los de entonces. Pedir perdón quiere hacer entender que la historia de hoy ya es otra, pero puede que la de hoy y la de ayer se entiendan mucho mejor como una sola, la misma. [...]
[…] En toda Europa el colonialismo es un cadáver en el armario de la izquierda. Sería muy bello pensar que sus crímenes se cometieron a despecho de los oprimidos de la metrópoli, pero con excepciones raras como mirlos blancos la plebe europea ha hecho lo mismo que todas las plebes de todos los imperios: avanzar con la esperanza de ganar un poco de imperio para sí misma. [...]
Este libro, en el que el autor nos propone revisitar las ideas clave del pensamiento político occidental de la mano de las canciones de La Polla Records, es, además, una invitación a hablar con Sócrates y los sofistas; a reír con Diógenes; a entender la distopía de Platón y el pragmatismo de Aristóteles; a batallar con Locke contra el inmenso poder del Leviatán de Hobbes; a repensar a Rousseau; a dudar con Hume; a devolver la mano de Adam Smith al mundo de lo visible; a alejarnos del historicismo hegeliano de Marx o Fukuyama; a pelear junto a Bakunin o Emma Goldman; a manifestarnos con Marc
«Nos reímos del dinero
(sobre todo si tenemos).
Y si baja Dios del cielo
(vamos a reírnos de él).
Somos una cosa inútil
con nosotros
(no hay problema).No tenemos fundamento
(ya no hay formalidad).
Todo es una puta broma
(todo es de casualidad).
El agobio es descojono
y con el miedo
(nos par-ti-mos).Me cago en la chorra
qué inutilidad.
Si no te servimos
déjanos en paz.
Perderemos nuestro tiempo
(como debe ser).
Y si alguien nos persigue
(sabemos correr).
No conocemos a nadie
(y viva la madre que nos parió)».La Polla Records