Algunos mensajes personales
Traducción del francés de Diego Luis Sanromán
Logroño, mayo 2017
Primera edición
ISBN 978-84-15862-84-0
160 págs., 14.5x21 cms.
Encuadernación: rústica con solapas
PVP: 16,50€
Precio web: 15,70€

Algunos mensajes personales

¡Abrid las puertas de las prisiones!

Tras un montaje policial, el actor Pierre Clémenti —uno de los iconos de la rebelión juvenil de los años sesenta y setenta— fue encarcelado en Italia acusado de posesión de drogas, en lo que no fue sino un intento más de destruir su alma a través del encierro de su cuerpo. Y fruto del encierro nace este texto en el que Clémenti, con gran lucidez, convierte su caso particular en una denuncia sin fisuras de la sociedad carcelaria, haciendo pública la suerte que corren los presos tras los muros. Una suerte que es inseparable de la del resto de la sociedad. Completamos este volumen con una filmografía del autor —en su doble faceta de actor y director—, con un listado de sus trabajos teatrales, con una introducción de su traductor Diego Luis Sanromán y con un prólogo y un epílogo del hijo de Pierre, Balthazar Clémenti.

Además de un conciso alegato contra la prisión, este texto es una magnífica exposición de la contagiosa filosofía vital de Clémenti y de su trabajo en la industria del espectáculo.

[…] Odio las limitaciones, me gusta estar disponible para las aventuras que trama el destino y que mi “carrera”, como suele decirse, no esté regulada, controlada, planificada por un brain-trust para los años venideros. Creo que solo la libertad, incluso si esta significa problemas, pobreza, incomodidades, puede permitirte crear de verdad siguiendo a tu corazón, aportar a tus hermanos un mensaje que no los aliene y que les dé fuerzas para liberarse también ellos de las cárceles en las que los mantiene ese mismo sistema que quiere apropiarse de tu sustancia. Sé que es más que difícil, prácticamente imposible, en la industria del espectáculo tal como es hoy en Francia, que está completamente podrida por la pasta, poder aguantar, mantenerse fiel a uno mismo, conservar esa pureza que dota de sentido a cualquier creación, y al mismo tiempo “cumplir con el contrato”, satisfaciendo los intereses de los hombres de negocios que apuestan por ti. O te vendes y te vacías rápidamente, o sigues siendo un marginal y te bates por tus ideas. […]

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