Los grandes cementerios bajo la luna
Traducción del francés de Juan Vivanco
Logroño, febrero 2024
Primera edición
ISBN 978-84-18998-64-5
256 págs., 14.5x21 cms.
Encuadernación: rústica con solapas
PVP: 21,90€
Precio web: 20,80€

Los grandes cementerios bajo la luna

«Una de las más apasionadas y certeras denuncias del fascismo».—Hannah Arendt

«“La ira de los imbéciles llena el mundo”. Esa frase de Georges Bernanos en su célebre ensayo sobre la Europa de los totalitarismos Los grandes cementerios bajo la luna vuelve a estar vigente, si bien nunca dejó de estarlo del todo. El escritor francés lo escribió a raíz de lo que presenció en la Guerra Civil española en Mallorca, donde le sorprendió su estallido y durante la que presenciaría horrorizado la barbarie de las tropas vencedoras, “imagen —escribirá— de lo que será el mundo mañana”. A Bernanos, conservador y católico practicante, la represión y la ira de los franquistas (en teoría sus correligionarios ideológicos) le impresionó de tal modo que decayó en su apoyo inicial al levantamiento militar y, vislumbrando lo que se avecinaba en el continente, escribió un alegato contra el fascismo y la guerra que es ya un clásico de la literatura europea y universal».—Julio Llamazares

[...] En Mallorca, durante meses, los equipos de asesinos, transportados rápidamente de pueblo en pueblo con camiones requisados para ello, mataron fríamente, con conocimiento de todos, a varios miles de individuos que se consideraban sospechosos, aunque el propio tribunal militar tuvo que renunciar a presentar contra ellos la más mínima acusación. El reverendísimo obispo de Palma estaba informado del hecho, como todo el mundo. No por ello dejó de mostrarse, siempre que tuvo ocasión, al lado de los ejecutores, algunos de los cuales tenían notoriamente en su haber la breve agonía de un centenar de hombres. ¿Será esta la actitud futura de la Iglesia? A estas alturas la pregunta tiene mucha menos importancia para los españoles que para nosotros. [...]

[...] ¿Os aburre que hable tanto de los imbéciles? Más me cuesta a mí hacerlo. Pero es que quiero convenceros de algo: a hierro y fuego nunca acabaréis con los imbéciles. Porque, repito, ellos no inventaron el hierro ni el fuego ni los gases, pero utilizan a la perfección todo lo que les evita el único esfuerzo del que son realmente incapaces, el de pensar por sí mismos. ¡Prefieren matar a tener que pensar, eso es lo malo! Y vosotros les proporcionáis mecánicas. La mecánica está hecha para ellos. Mientras llega la máquina de pensar que están esperando, que exigen, que está al caer, se conformarán gustosamente con la máquina de matar, incluso les va como un guante. Hemos industrializado la guerra para ponerla a su alcance. A su alcance está, en efecto. [...]

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