El escritor y pensador inglés John Ruskin (1819-1900) fue lo que podría llamarse un polímata: se atrevió a abordar casi cualquier disciplina con una erudición que conseguía transpirar, no obstante, la sinceridad “de los ojos infantiles” para el primer estudio. Sus extensos conocimientos sobre literatura, arte, botánica o economía política no le impidieron tomar partido por lo que escribía. En cada una de las páginas de Ruskin hay un inconfundible sentido de finalidad.
Estas coordinadas le caracterizan: fue crítico de arte y a la vez artista; teorizó sobre la economía política y practicó la filantropía. Solo dos años después de publicar La reina del aire, creó el Guild of St. George, una institución basada en la fe en la mejora social, y se enfrentó al capitalismo industrial de la era victoriana tanto de obra como de palabra.