«Un escritor dotado como pocos para bucear en ciertos estratos marginales de la sociedad».— Ricardo Senabre, El Cultural.
«[Montero Glez] borda un lenguaje rompedor, cañero y cañí, que bien parece haber mojado pluma en los charcos de El Papus, El Jueves o, desde luego, El Víbora».— Javier Goñi, Babelia.
«Se encuentra en la tradición de Valle-Inclán y Cela. Montero Glez renueva esa tradición castiza con brío notable y una voz personal y ese es su gran mérito».— Ángel Vivas, Revista de Libros.
En Madrid, en los años noventa, coincidieron una serie de nombres que conformaron una generación de jóvenes artistas flamencos. Herederos de dinastías gitanas, los Carmona, los Heredia o los Carbonell se relacionaron con artistas plásticos como Ceesepe, Ouka Leele, Alberto García-Alix, Barceló o Mariscal. Fue una explosión creativa que revitalizó el final de la llamada movida madrileña —en su aspecto plástico— con la corriente musical de un flamenco mestizo, abierto a otras músicas, aunque sin perder el patrón de origen.
A partir de un cuadro de Barceló que se utilizó como portada para el último disco de Camarón, Montero Glez va revolviendo el pasado hasta llegar a los orígenes de una música donde el ritmo flamenco se fusiona con otras melodías, una fusión que se daría a conocer a finales de los años sesenta cuando el guitarrista flamenco Sabicas, exiliado en Nueva York, graba con el guitarrista eléctrico Joe Beck el disco Rock Encounter. Este trabajo marcará el inicio de una música que finaliza treinta años después con la grabación del disco Omega por parte del cantaor Enrique Morente.
Escritas desde la primera persona, las páginas de La imagen secreta son, entre otras muchas cosas, un paseo por las calles del Madrid secreto y el relato de la desconocida historia del movimiento Jóvenes Flamencos que tuvo su hegemonía durante los años noventa.
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[Premio-beca literaria no ficción Bodegas Olarra & Café Bretón de Logroño 2019]