La revolución del arte moderno y el moderno arte de la revolución
Traducción del inglés de Federico Corriente
Logroño, enero 2011
Tercera edición
ISBN 978-84-935704-6-0
133 págs., 12x17 cms.
Encuadernación: rústica con solapas
PVP: 10,00€
Precio web: 9,50€

La revolución del arte moderno y el moderno arte de la revolución

«Quien quiera introducirse en el mensaje perturbador de la Internacional Situacionista, quien quiera iniciarse, tiene en este libro un primer paso idóneo para dar respuesta a ese impulso».—Julio Monteverde

«A quienes hayan abandonado toda esperanza se les pueden recomendar lecturas como ésta; al resto de la humanidad, cautela».—Michel Landon

«Este libro, en su brevedad, es una magnífica puerta al conocimiento de la I.S., sin historiadores ni recuperadores que nublen la comprensión de la que fue la mayor empresa de negación creadora del siglo xx».—Manolo Ezcobar

Este documento, que permaneció inédito durante más de un cuarto de siglo debido a la expulsión de sus autores de la I.S. en diciembre del 67, da cuenta de los momentos sobresalientes de la crisis del arte moderno a la vez que expone los puntos centrales de la crítica situacionista en la materia. Su sabor «de época» y su óptica angloamericana confieren a su enfrentamiento con la «cultura pop» —mucho más discreta y elitista en la Francia de entonces— un estilo más concreto y «popular» que el de la crítica situacionista francesa. Especial mérito tiene su inmisericorde forma de desbaratar y desmontar la inflación de pseudonovedades, mamarrachadas en serie y estrategias artístico-policiales originadas en la década de los sesenta. Como contrapartida, no está exento de cierta abstracción lírica y optimismo precipitado en relación con fenómenos como el nuevo lumpen, la delincuencia juvenil o los motines de Mods, Rockers, Hell’s Angels y demás fauna urbana, que poco tardarían en convertirse no tanto en desafíos al orden existente como en formas especializadas de acomodarse a él. Además este libro, traducido por Federico Corriente, contiene los ensayos Guy Debord y el problema del maldito, de Asger Jorn, y Por qué el arte no puede acabar con la Internacional Situacionista de T. J. Clark y Donald Nicholson-Smith, a modo de inmejorables vacunas contra las enfermedades que inoculan artistillas y politiqueros de todos los pelajes.

[…] El arte tiene un papel específico que desempeñar en el espectáculo. En cuanto deja de responder a necesidad real alguna, la producción sólo puede justificarse en términos puramente estéticos. La obra de arte —el producto completamente gratuito cuya coherencia es puramente formal— proporciona en la actualidad la ideología de la pura contemplación más poderosa posible. Como tal, es la mercancía por excelencia. Una vida que carece de todo sentido al margen de la autocontemplación de su suspensión en el vacío halla su expresión en el gadget: un producto permanentemente anticuado cuyo único interés y utilidad residen en su abstracta ingeniosidad técnico-artística y en el estatus que confiere a aquellos que consumen su última reedición. A medida que pierda cualquier otra razón de ser, la producción en su conjunto se volverá cada vez más «artística». […]

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