«[Refugiado] une los puntos entre el capitalismo neocolonial, la cleptocracia y las guerras africanas, y el trato inhumano que reciben los refugiados en casi cada paso de su ardua odisea... El testimonio objetivo de Mbolela [...] en lugar de regalarnos escenas reproducidas artísticamente para tocar las fibras del corazón, describe el intenso embate de la atrocidad reiterada... Su humildad alimenta este poderoso relato; cualquier persona preocupada por la difícil situación de los refugiados se debe a sí misma esta lectura».—Publishers Weekly
«Refugiado es, a pesar de la terrible realidad que evoca, una obra llena de humanidad en cuanto a la solidaridad que emerge entre estos condenados al exilio. […] Refugiado da voz a los que no tienen voz en este mundo».—Alternative libertaire
«Rara vez leemos sus historias completas con sus propias palabras, excepto en las breves respuestas a las preguntas que les hacen los periodistas en los barcos de rescate o en los campos de refugiados. De ahí el valor de Refugiado, el exhaustivo relato de 2014 del activista congoleño Emmanuel Mbolela… El dolor, la pasión y la frustración del viaje de Mbolela, y la difícil situación de millones como él, son innegables». —David Mehegan, Arts Fuse
Perseguido por razones políticas, Emmanuel Mbolela huyó de la República Democrática del Congo en 2002. Su viaje en busca de un nuevo hogar duró seis años, durante los cuales vivió en condiciones infrahumanas y tuvo que lidiar, entre otros, con la corrupción de los funcionarios de aduanas y el abuso de los pasadores, hasta que por fin obtuvo asilo en los Países Bajos en 2008. En el proceso, Mbolela se convirtió en activista y fundó junto con algunos compatriotas la Arcom, la Asociación de Refugiados Congoleños en Marruecos, para luchar por los derechos de los migrantes. Refugiado es el testimonio en primera persona de la odisea que supone para muchos africanos viajar a Europa persiguiendo la idea de una vida mejor, y ofrece una nueva perspectiva de esta crisis global que todos parecemos querer ignorar.
[...] El Mediterráneo se ha convertido en la fosa común de millares de migrantes. Los cuerpos que son recuperados son inhumados sin que se emprenda investigación alguna para encontrar a las familias y comunicarles el fallecimiento. Se diría que esta gente solo vale para servir de alimento a los peces.
Yo soy una de esas personas. De camino a Europa, como tantos otros migrantes, fui desvalijado por ladrones en el desierto, tuve que trabajar en negro en Tamanrasset, esconderme durante meses en Argel y luego atravesar clandestinamente la frontera entre Argelia y Marruecos, donde estuve bloqueado durante cuatro largos años. Junto con mis compañeros, he luchado por nuestros derechos. He escrito este libro para contar nuestra historia. [...]