No habrá salvación social universal. Tan solo una serie de tomas de posición parciales y particulares, en un contexto de guerra civil mundial. El Llamamiento, publicado de forma clandestina hace más de veinte años y distribuido desde entonces de mano en mano a través de miles de ejemplares, pretende justo eso: construir una sensibilidad no reconciliada. Llamamiento, pues, a la deserción, a la secesión, a sustraerse a la temporalidad de la urgencia, de la catástrofe y del activismo, a organizarse más allá de esta civilización.
      Matriz secreta de La insurrección que viene, el Llamamiento se había vuelto un texto difícil de encontrar. Lo ponemos de nuevo a disposición de un público lo más amplio posible, acompañado de una colección de textos que fueron escritos en la misma época y que arrojan luz sobre su génesis.
      Más actual que nunca, este texto que marcó a toda una generación es por fin accesible para todos aquellos que no tuvieron oportunidad de leerlo en su día.
«Nuestra estrategia es, por tanto, la siguiente: establecer desde ahora un conjunto de centros de deserción, polos de secesión, puntos de reunión para fugitivos. Para los que parten. Un conjunto de lugares desde los que escapar al imperio de una civilización que se dirige hacia el abismo. Se trata de darnos los medios, de encontrar la escala en la que puedan resolverse todas las cuestiones que, planteadas de manera individual, conducen a la depresión. ¿Cómo podemos deshacernos de las adicciones que nos debilitan? ¿Cómo organizarnos para dejar de trabajar? ¿Cómo establecernos fuera de la toxicidad de las metrópolis sin tener que «huir al campo»? ¿Cómo detener las centrales nucleares? ¿Cómo evitar que nos veamos obligados a recurrir a la trituradora psiquiátrica cuando un amigo se vuelve loco, o a los crudos remedios de la medicina mecanicista cuando cae enfermo? ¿Cómo podemos vivir juntos sin aplastarnos unos a otros? ¿Cómo aceptar la muerte de un compañero? ¿Cómo arruinar el imperio?».
«Cada día los jóvenes esperan su oportunidad, al igual que los trabajadores, incluso los más viejos. Todos aguardan, los que están descontentos y los que reflexionan. Esperan que surja una fuerza, algo de lo que formarán parte, una especie de nueva internacional que ya no cometa los errores de las antiguas: una posibilidad de poner fin al pasado de una vez por todas. Y de que algo nuevo comience. nosotros hemos comenzado».