«Psicogeografía: Estudio de los efectos precisos del medio geográfico, ordenado conscientemente o no, al actuar directamente sobre el comportamiento afectivo de los individuos». —Internacional Situacionista, «Definiciones»
En los años cincuenta del pasado siglo la Internacional Situacionista forjó su concepto de Psicogeografía. Según Guy Debord, uno de sus principales teóricos, esta debía entenderse como el «estudio de los efectos precisos del medio geográfico, ordenado conscientemente o no, al actuar directamente sobre el comportamiento afectivo de los individuos». Se trata por tanto de un método para estudiar las formas en que la ciudad influye en el estado anímico del individuo y viceversa, y que tiene en la deriva una de sus principales herramientas. Pero también, y por encima de todo, la psicogeografía es una práctica al alcance de todos destinada a promover una experiencia de la ciudad más intensa y acorde con nuestras necesidades reales. Recorrer la ciudad a tumba abierta, habitarla, entenderla como campo de juegos; para luego estar en disposición de sacar de todo ello las conclusiones adecuadas que nos permitan crear otra ciudad, una que sea consecuencia de la vida de las personas que la habitan y no de las fuerzas económicas que la asedian.
La presente edición, a cargo de Julio Monteverde, recopila los principales textos sobre Psicogeografía publicados por los miembros de la Internacional Letrista y la Internacional Situacionista, y además incluye una amplia selección de sus antecedentes y desarrollos posteriores que, creemos, ayudan a entender su propósito, sus resultados, sus triunfos, sus límites y las posibilidades que sigue atesorando como práctica para alcanzar una determinada experiencia de la ciudad.
[...] Todas las ciudades son geológicas, y no se pueden dar tres pasos sin encontrar fantasmas, armados con todo el prestigio de sus leyendas. Avanzamos sobre un paisaje cerrado cuyos puntos de referencia nos arrastran una y otra vez hacia el pasado. Ciertos ángulos cambiantes, ciertas perspectivas fugitivas nos permiten vislumbrar concepciones originales del espacio, pero esta visión sigue siendo fragmentaria. Hay que buscar en los lugares mágicos de los cuentos folclóricos y en los escritos surrealistas: castillos, muros interminables, pequeños bares olvidados, cuevas de mamut, hielo de los casinos. [...]
[...] Entre los procedimientos situacionistas, la deriva se define como una técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos. El concepto de deriva está ligado indisolublemente al reconocimiento de efectos de naturaleza psicogeográfica y a la afirmación de un comportamiento lúdico-constructivo que la opone en todos los aspectos a las nociones clásicas de viaje y de paseo. Una o varias personas que se entregan a la deriva renuncian durante un tiempo más o menos largo a las motivaciones normales para desplazarse o actuar en sus relaciones, trabajos y entretenimientos con el fin de dejarse llevar por las solicitaciones del terreno y por los encuentros que le corresponden. La parte aleatoria es menos determinante de lo que se cree: desde el punto de vista de la deriva, existe en las ciudades un relieve psicogeográfico, con corrientes constantes, puntos fijos y remolinos que hacen difícil el acceso o la salida de ciertas zonas. [...]