Esta novela, concebida durante la pandemia —en ese momento en el que casi nada era lo que parecía—, nos propone una inmersión en aquel extraño tiempo tan cargado de significados, muchos de los cuales aún nos dejan perplejos.
Este libro —el primero escrito en castellano por el autor de La presencia de las cosas— es un abordaje literario de un período crítico y desconcertante de nuestras vidas.
Nicole, física italiana de talento, se da a la fuga del hospital donde la habían retenido, sospechosa de portar un virus peligroso.
Un inmigrante ha sido asesinado.
Eire, trabajadora esencial, trata de hacerse un espacio en un mundo enrarecido.
En las proximidades de la borda donde ha hallado refugio, Nicole conoce a Alzate, rescatador de ruinas; a Huston, embajadora de Otromundo; a Gógol, reportero que viaja en carro por caminos secundarios y revueltos...
[...] Alzate había puesto las palmas de las manos sobre la mesa, los dedos extendidos; sus manos, su voz y su mirada llenaban la cocina. Sus padres, dijo, creían que, si hacían bien las cosas, sus mujeres y sus hijos podrían dormir seguros. Sus madres creían que, si se ocupaban de sus hombres y sus hijos, estos saldrían adelante. Sin embargo, las actividades por las que unos y otras habían sido admirados y queridos habían dejado de existir. [...]