Niñas sucias
Pepitas de calabaza & Los aciertos
Logroño, marzo 2025
Primera edición
ISBN 978-84-19689-24-5
136 págs., 14.5x21 cms.
Encuadernación: rústica con solapas

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Niñas sucias

«Una nueva estrella en el firmamento literario. Una mirada retorcida y lúcida sobre aquello que nos perturba. Elena Correa se sirve de lo pequeño, de lo cotidiano, para iluminar las zonas de sombra en donde se esconden los miedos inconfesables». —Marta Barrio

Canarias, su cultura y su entorno, ante la masificación turística. La soledad y la salud mental en el exilio urbano. La maternidad, deseada o impuesta. Las mujeres y las niñas sucias que protagonizan estos cuentos, en los que se entremezclan lo real y lo fantástico, se enfrentan a muy diversas formas de violencia y pugnan por encontrar sus espacios seguros.

[...] Todos los días quedamos al salir del colegio. Comemos rápido, hacemos la tarea, nos ponemos un chándal viejo y nos encontramos en la plaza del pueblo. Recorremos los alrededores; entramos en el camino de las pencas y raspamos la cochinilla. Machacamos a los insectos contra las piedras hasta que forman un amasijo rojo del color de la sangre. Nos pintamos las uñas y los labios. Si alguna trae un Nenuco viejo y desgreñado, le dibujamos lágrimas rojas con ese amasijo colado. Llevamos tomates maduros y se los echamos a los lagartos, que chillan mientras los devoran.

A veces hacemos un tejo grande en la plaza de la iglesia y brincamos a la soga. Las viejas nos miran: siempre estamos llenas de mierda, con los pelos rebujados y los pies descalzos. Cuando llegamos a casa por la noche, nuestras madres nos pegan con una vara de palmera seca. Con el culo encarnado nos vamos a la cama y deseamos que llegue el día siguiente para vernos en el colegio.

[...] Cuando llega el verano el pueblo cambia. El sol quema con más fuerza, se acaba el colegio y las calles se llenan de niñas rubias. No las entendemos, ni a ellas ni a sus padres. Hablan en otro idioma, tienden sus toallas en la primera fila de la playa y pasean por la plaza de la iglesia. Borran las marcas del tejo con sus sandalias de purpurina. [...]