Siguiendo el camino trazado por Irse a Madrid, Manuel Jabois relata en esta historia el viaje sin retorno de la paternidad. Con un estilo singular y libre de etiquetas, Jabois describe a modo de dietario el último año de su vida: el embarazo de su mujer, el periodismo y los primeros encuentros con Madrid, la ciudad a la que dijo como el Rastignac de Balzac: «¡Ahora tú y yo, cara a cara!».
Al día siguiente de nacer mi hijo me quisieron echar del hospital. La escena fue dramática a ojos de las enfermeras y supongo que de Dios santo; el bebé no paraba de llorar, Ana se paseaba con él en brazos y sorbiéndose las lágrimas, desesperada al no poder darle el pecho, y en la única cama del pequeño cuarto yo dormía desnudo y feliz a pierna suelta. Testimonios posteriores aseguraron que roncaba. Es raro porque yo ronco pocas veces, si bien las elijo cuidadosamente. [...]