Vocación
Pepitas de calabaza & Los aciertos
Logroño, julio 2025
Primera edición
ISBN 978-84-19689-27-6
224 págs.
Encuadernación: rústica con solapas

Próximamente

Vocación

Pepe Alcañiz, estudiante de Derecho en Zaragoza, decide vender sus libros, abandonar su carrera universitaria y enrolarse en el Ejército español para servir a la patria en la guerra de Cuba. Así comienza la trama de Vocación, publicada por vez primera en 1909, once años después del llamado «desastre del 98». A través de los desengaños de este joven de vocación patriótica y guerrerista, Eduardo Barriobero construye todo un alegato contra el militarismo y el colonialismo. En él se muestran en toda su crudeza las atrocidades cometidas por el Ejército y el destino de esos soldados, carne de cañón, que regresan a España vencidos, enfermos y empobrecidos.

Lloras tú por ser obispo,
y tú por ser general;
yo pa mí tan solo quiero
dos cuartos de libertad.

«Ya que estás ahí, cumple con exactitud tus deberes, que obligan mucho más cuando es la voluntad quien los impone, y contemplando esos espectáculos aterradores, cúrate del atavismo que te llevó a la guerra en estos tiempos en que todos los que algo hemos estudiado tenemos obligación de ponerlo al servicio de la paz; ya en la guerra no se disputan tronos ni se conquistan prosperidades para los pueblos; se les da vida a empresas mercantiles agonizantes, y se edifican pedestales para santones huecos; por eso a la guerra ya no va la patria, va solo la bolsa».

«¿Buscas anheloso el relato de mis hechos de armas? Pues no te esfuerces, amigo mío; en seis meses de campaña no he asistido a uno de esos choques violentos entre dos falanges numerosas y fuertes a los cuales no negarás la poesía de lo sublime. Tampoco he podido contemplar aún torrentes de sangre que me infundieran bríos hablándome de la patria ultrajada y de los compañeros muertos por defenderla; sin embargo, aquí hay peligro de muerte todos los días; aquí se muere con facilidad espantosa. Cuando nos cuentan de mañana, al salir del sitio en que acampamos al anochecer, siempre faltan compañeros: se desviaron un momento del grueso de la fuerza, y en un rincón obscuro fueron asesinados por la espalda. Nosotros no dejamos impunes estos crímenes: pasamos a cuchillo a todos los habitantes del poblado, en la seguridad de que entre ellos ha de perecer el asesino. En la guerra como en la guerra; otro sistema de enjuiciamiento sería necio».