Marcelino Izquierdo Vozmediano (Logroño, 1958) es licenciado en Ciencias de la Información y ha trabajado en el diario La Rioja durante 43 años, desempeñando diferentes puestos de responsabilidad.
Además, ha colaborado con El País, abc, Diari de Barcelona, La Vanguardia, Radio Rioja, RNE, Punto Radio, Onda Cero y TVR.
Paolo Cognetti nació en Milán en 1978. Comenzó a escribir muy joven y, entretanto, probó muchos otros oficios: matemático, documentalista, cocinero de un restaurante de montaña. Con veintiséis años, la edad a la que murió Antonia Pozzi, debutó en la literatura con una colección de relatos. Con Las ocho montañas ganó el Premio Strega y fue traducido en todo el mundo. También ha publicado El muchacho silvestre, Sofía viste siempre de negro, La felicidad del lobo, Nueva York es una ventana sin cortinas y Sin llegar nunca a la cumbre.
Esto no es una novela. Es una aventura periodística de muchos kilómetros, muchas miradas, muchas sonrisas y muchos abrazos, por un mundo desconocido para la mayoría.
Es un diario de viaje hacia las mujeres de fuego, hacia un puñado del número indeterminado, pero siempre minoritario, de mujeres de fuego que en esta España nuestra —y probablemente también en el resto del planeta-—lucha a brazo partido cada verano contra las llamas, los prejuicios y los estereotipos.
«... este libro […] nos brinda la oportunidad de conocer a mujeres valientes, cuyo coraje y dedicación rompieron barreras y allanaron el camino para las generaciones futuras. A través de cada capítulo, exploramos sus historias que nos demuestran que el género no es un factor limitante, sino una fuente enriquecedora de habilidades y perspectivas.
»Que las historias de estas mujeres de fuego ardan en nuestros corazones y enciendan la chispa del cambio».
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Se ha dicho:
«La periodista Franca Velasco rinde en este libro un hermoso —y más que necesario— homenaje a unas profesionales de las que nadie habla y a las que, sin embargo, todos deberíamos admirar: las bomberas forestales. Porque, aunque en los reportajes parezca que todas las personas que cuidan de nuestros bosques son hombres, también hay mujeres. Y se baten el cobre como las que más». —Zenda libros
«Viaje a las mujeres de fuego es el resultado de un año de investigación, entrevistas y viajes por siete comunidades autónomas, donde Velasco ha podido compartir el día a día de estas mujeres, sus anécdotas, sus miedos, sus sueños y sus reivindicaciones. El libro es un homenaje a su coraje, su profesionalidad y su pasión por lo que hacen, pero también una denuncia de las barreras y los obstáculos que aún tienen que afrontar en una sociedad que no las reconoce como iguales».—Chema Garrido, El Plural
«Franca Velasco ha elegido a varias profesionales en un mundo, la lucha contra el fuego, donde son minoría. Pero su presencia es también un cortafuegos contra el machismo y un ejemplo de igualdad». —Víctor Vela, El Norte de Castilla
«Allá va una historia de mujeres valientes. Mujeres bravas de una fortaleza infinita las mires por donde las mires». —Susana Martín, Tribuna León
«Lo que inicialmente iba a ser un simple reportaje periodístico para un digital, hace dos veranos, con Zamora y Castilla y León ardiendo, acabó dando forma a un libro, Viaje a las mujeres de fuego, que da voz a un grupo de mujeres que avanzan por la vida «aplastando, con sus personalidades, los muros que aún quedan». —Julio Tovar, El Mundo
«Viaje a las mujeres de fuego, la aventura periodística que muestra el camino “hostil” de once valientes». —Alicia Sanz, El Español
Franca Velasco ejerce el periodismo desde 1991. Ha sido redactora en diversos medios y ha dirigido la comunicación institucional de varios organismos públicos. Actualmente es corresponsal del diario digital El Plural en Castilla y León, donde publicó un reportaje sobre mujeres en incendios forestales que dio origen a este libro.
En este precioso volumen Paolo Cognetti reconstruye de manera magistral la vida de Antonia Pozzi a través de cartas, poemas y fotografías, y nos permite conocer la trágica y maravillosa historia de la Antonia.
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[...] Hoy he dado un corto paseo hasta un bosque cercano. Todavía hace frío, los árboles están completamente desnudos. Pero en los prados hay muchísimas flores: violetas, prímulas, jacintos, brezos rojos bajo los castaños. Las nomeolvides son pequeñas y están cerradas: en mayo crecen en altura, los prados son completamente azules. Cuando vengas, habrá más flores que hierba. Cuando pienso que verás esta tierra mía, estas cosas humildes, todo me parece tan limitado, miserable, yermo: me gustaría pedirles a las cosas que fueran lo menos feas posible, al aire que fuera dulce, al sol que brillara, sabiendo que vas a venir. [...]
[...] Esta foto es muy importante, la más importante de todas: se la hace su mejor amiga, la Cia, y se la dará a Dino. La montaña detrás de la Antonia es el Grand Tournalin, por lo que estamos del lado de Resy, otro pueblo walser a más de 2000 metros de altitud. Encontré la casa, en el camino que sube al pueblo, aunque fue reformada hace años y ya no tenía ese «hongo» típico de las casas walser. Alrededor, sin embargo, nada había cambiado, los perfiles de las crestas, las rocas, el bosque: encuentro muy reconfortante pensar que, por muy tumultuosa, apasionada, dolorosa que nos parezca nuestra vida, para la montaña dura solo un día: nos ve pasar y nos sobrevive siempre. [...]
Antonia Pozzi nació en Milán en 1912. Fue poeta, fotógrafa y alpinista. Estudió en la Facultad de Letras y se licenció en Estética con Antonio Banfi. Viajó por Europa, pero sobre todo amaba Pasturo, a los pies de la Grigna, donde su padre había comprado una casa. Allí puso por primera vez las manos sobre la roca, allí escribió muchos de sus versos, allí pasó sus pocos veranos. También amaba los Dolomitas y el Cervino, la música clásica, la lengua alemana, los niños. Puso fin a su vida en diciembre de 1938 en Chiaravalle, en la periferia del sur de Milán.
«Fueron años de felicidad inolvidable para los que entonces éramos niños. Saltábamos sobre los charcos de sangre para salpicarnos unos a otros y coleccionábamos ojos que arrancábamos a los muertos que se quedaban tiesos en las esquinas», escribe Chumy en esta insólita autobiografía de un niño de la guerra que pudorosamente titula Una biografía.
«El libro me costó cinco años de trabajo, tres para encontrar el material suficiente y dos más para elegir, cortar y pegar ese material seleccionado. Tuve que luchar para no caer en la tentación de hacer collages surrealistas, alejados de la perspectiva tradicional. El realismo que he conseguido hace pensar a muchos lectores que yo solo he recortado imágenes completas de otros autores, cuando en realidad muchos de ellos tienen hasta diez y doce grabados fragmentados y superpuestos para rehacer nuevas imágenes. Ahora he comprendido que todo el trabajo hecho con amor tiene su recompensa».—Chumy Chúmez
Chumy Chúmez (1927-2003). «Chumy» a secas... En todo caso, «Chumy Chúmez». Lo de José María González Castrillo queda para la partida de nacimiento, fechada en Donostia - San Sebastián el 8 de mayo de 1927. Tuvo la osadía de asegurar que él había sido feliz durante la Guerra Civil, cuando sus héroes eran Popeye el marino y Lenin. Luego, la larga noche del franquismo que sublima en su collage Una biografía. Logró escapar de ella a base de coraje y talento. Primero, en las páginas de La Codorniz, «la revista más audaz para el lector más inteligente».
Había del verbo a ver, de Ánjel María Fernández, es un retrato de las aulas de muchos institutos españoles, y quizá sea el texto más demoledor, a la par que cariñoso, que se ha escrito sobre el sistema educativo público actual.
Presentamos aquí un testimonio de un valor incalculable, encuadrado en el mejor periodismo de denuncia social. Estas magníficas crónicas, reunidas bajo el título de Los vencidos, son el fruto de dos viajes que Manuel Ciges Aparicio realizó en la primera década del siglo xx: uno a las minas de Riotinto en Huelva («La California del cobre») y otro a las minas de mercurio de Almadén en Ciudad Real («La ciudad doliente»).