




Pepe Alcañiz, estudiante de Derecho en Zaragoza, decide vender sus libros, abandonar su carrera universitaria y enrolarse en el Ejército español para servir a la patria en la guerra de Cuba. Así comienza la trama de Vocación, publicada por vez primera en 1909, once años después del llamado «desastre del 98». A través de los desengaños de este joven de vocación patriótica y guerrerista, Eduardo Barriobero construye todo un alegato contra el militarismo y el colonialismo.
«Ya que estás ahí, cumple con exactitud tus deberes, que obligan mucho más cuando es la voluntad quien los impone, y contemplando esos espectáculos aterradores, cúrate del atavismo que te llevó a la guerra en estos tiempos en que todos los que algo hemos estudiado tenemos obligación de ponerlo al servicio de la paz; ya en la guerra no se disputan tronos ni se conquistan prosperidades para los pueblos; se les da vida a empresas mercantiles agonizantes, y se edifican pedestales para santones huecos; por eso a la guerra ya no va la patria, va solo la bolsa».
«¿Buscas anheloso el relato de mis hechos de armas? Pues no te esfuerces, amigo mío; en seis meses de campaña no he asistido a uno de esos choques violentos entre dos falanges numerosas y fuertes a los cuales no negarás la poesía de lo sublime. Tampoco he podido contemplar aún torrentes de sangre que me infundieran bríos hablándome de la patria ultrajada y de los compañeros muertos por defenderla; sin embargo, aquí hay peligro de muerte todos los días; aquí se muere con facilidad espantosa. Cuando nos cuentan de mañana, al salir del sitio en que acampamos al anochecer, siempre faltan compañeros: se desviaron un momento del grueso de la fuerza, y en un rincón obscuro fueron asesinados por la espalda. Nosotros no dejamos impunes estos crímenes: pasamos a cuchillo a todos los habitantes del poblado, en la seguridad de que entre ellos ha de perecer el asesino. En la guerra como en la guerra; otro sistema de enjuiciamiento sería necio».
Eduardo Barriobero y Herrán nació en 1875 en el seno de una familia acomodada en la localidad riojana de Torrecilla en Cameros, aunque pasó parte de su infancia en Entrena y luego cursó la enseñanza media en Logroño. Se trasladó a Zaragoza para realizar estudios universitarios. En la capital aragonesa se matriculó en Leyes y Medicina. Pronto sintió admiración por la figura de Pi y Margall y se afilió al Partido Republicano Democrático. Poco después se dirigió a Madrid.
La pareja es un abismo ignoto, sima y cima inexpugnables. La pareja es una fuente inagotable de caricias y roces, de venenos y sutilezas, de certezas e inseguridades. La pareja es un campo de Marte y un lecho de plumas para dos mundos en continuo rozamiento. Por eso uno puede preguntarse si es la pareja la única terapia posible o si es la terapia la única posibilidad de la pareja…
El amor a primera vista es un síntoma evidente de presbicia.
Las viñetas que traza Carlos Gil de Gómez, con un estilo fluido y coloquial y unos diálogos vibrantes, rebosantes de sorna y salpicados de cinismo, recorren los lugares de paso ineludible de toda pareja en la sociedad que nos toca vivir: la universidad, el trabajo, la familia, el amor, el feminismo, la política, la inmigración… y los amigos.
La primera mirada del amor es siempre miope.
Rosa Gil Aradros (La Rioja, 1972).
Técnica superior en Dibujo y Gráfica publicitaria.
Combina el trabajo de Diseño editorial e ilustración con el de Educadora en arte.
Dedicada desde pequeña al noble arte del Farrachucho, los lapiceros se hacen pequeños mientras los personajes crecen y le ayudan a contar historias.
De Carlos Gil de Gómez Pérez-Aradros (Logroño, 1976) podría decirse que es licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Autónoma de Madrid o que cursó un doctorado de Relaciones Internacionales y Estudios Africanos.